5.22.2013

Notas sobre volver a escribir más allá de una línea.

Poco a poco estoy recuperando la habilidad de escribir. Sufro de un mal contemporáneo: la excesiva síntesis fomentada por el microblogging.

En mi trabajo actual me pagan por escribir. Soy como uno de esos changuitos en máquinas de escribir que trabajan para el Sr. Burns (en aquel famoso episodio de "Plan dental. Lisa necesita frenos"). Escribo alrededor de veinte textos diarios de entre 800 y 1,600 caracteres.

Dicha actividad laboral me ha ayudado a engrasar los engranes que convierten pensamientos en palabras escritas.

El cerebro se atrofia pero también se repara. Es una mezcla de dejar de filtrar cada pensamiento, re-evaluar lo que es la capacidad de síntesis, pocas horas de sueño y mucho café.

Incluso, cada vez menos me llama la atención escribir estupideces cortitas, me está renaciendo el amor por las estupideces de más de 1,000 caracteres y aprovechar los ratos libres para teclear sin rumbo hasta llegar a algún lado.

Escribir corrido, editar después es una técnica que ayuda. Evitar darle tanto juego a la individualidad de cada palabra como si fuera una fruta solitaria y pensar más en un platillo compuesto por muchos sabores.

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