Hace unos días en el hipódromo vi a muchos hombres viejos, pero hubo uno que llamó mi atención. Con más de 70 años, caminaba despacio, encorvado, con dificultad física para levantar la cabeza y la mirada.
Sus movimientos lentos me dejaron pensando sobre la vejez y me pregunté si la capacidad intelectual y claridad mental van al mismo ritmo de deterioro que la capacidad motora.
Me pregunto si a los setenta años (en caso de llegar) podré contar con la imaginación, memoria y habilidad para razonar que tengo a los 35 (si es buena o mala no se discute en este texto).
Tal vez, el ritmo cerebral decae y se mueve al ritmo de los pies cansados. O como comentó un amigo, tal vez el cerebro sigue o está más lúcido y trabaja a un ritmo que lo hace sentirse prisionero en un cuerpo torpe y aletargado.
El paso de los años o algún neurólogo me dirán las respuestas.
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