4.01.2014

Linux

Hace quince años descubrí el mundo de Linux, el sistema operativo que en ese entonces era de las pocas alternativas a Windows 98. 

Fue por accidente, en el centro de cómputo de la universidad a la que asistí tenían filtros para evitar la navegación de muchas páginas y no permitían revisar cuentas de correos ajenas a la oficial de la institución. No sé cómo pasó, pero de pronto estaba conectado a freeshell.org vía Telnet.  Luego vía SSH triangulando accesos podía revisar mis correos y leer sitios "prohibidos".

La navegación anterior ocurría en modo texto, sin imágenes. Comencé a aprender algunos comandos básicos de Unix, compré un libro de introducción a Unix/Linux. Meses después instalaba Red Hat 4.1 en una vieja computadora de escritorio que me prestaron.

Durante los años posteriores usé distribuciones de Linux como Slackware, Mandriva, Fedora, SUSE, Yellow Dog, Joli OS, Ubuntu... Durante unos años usé Mac OS X (que está basado en Unix). Hoy utilizo Mint en una vieja netbook HP que rescaté del abandono.

Han cambiado muchas cosas en quince años, especialmente la instalación. En aquellos tiempos era un procedimiento enredoso, tardado y arriesgado. Había que formatear manualmente las particiones del disco duro. Hoy con un solo click podemos instalar cualquier distribución. Lo que no ha cambiado es la utilidad, el pragmatismo y la libertad de usar software alternativo. 

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